Durante el apogeo del Imperio Romano, su territorio se extendió por más de cinco millones de kilómetros cuadrados, entre Europa, Asia y África. Roma ejerció poder sobre una población de más de 70 millones de personas, correspondiente al 21% de la población mundial en ese momento. De hecho, como ya hemos demostrado en otro artículo, todos los caminos conducían a la ciudad de Roma, la gran sede del imperio, y el patrimonio material e inmaterial dejado por el imperio es inconmensurable, e incluso en la actualidad los investigadores buscan comprender su impacto total en el mundo actual. Desde el comienzo de su expansión en el siglo VI a.C. hasta su caída en el año 476 d.C., el legado dejado por los romanos abarca áreas como el derecho, las artes plásticas, el latín, el sistema de gobierno y, muy importante, la arquitectura
La arquitectura tiene el potencial de simbolizar poder, riqueza y grandeza. Y el Imperio Romano utilizó sus edificios para transmitir esta noción a través de sus templos, mercados, edificios gubernamentales, baños, puentes y acueductos. Los restos de los edificios son un testimonio de la tecnología dominada en ese período, y de todo el poder y los recursos utilizados durante los días de gloria del Imperio. No solo se usaron piedras, madera y mármol, sino también materiales producidos como el "concreto romano", los ladrillos e incluso el vidrio, permitiendo que los edificios permanecieran por siglos en pie. Específicamente, las paredes evolucionaron desde piedras con juntas secas y ladrillos secados al sol, al comienzo de la civilización, a paredes más sofisticadas, construidas con un núcleo de hormigón y ladrillos cocidos.
Las murallas romanas más antiguas estaban formadas por piedras rugosas de grandes y distintas dimensiones, apoyadas entre sí, sin utilizar ningún tipo de mortero para unirlas. A menudo se les llama ciclópeos, ya que se dice que solo los cíclopes (gigantes de la mitología griega) podrían levantarlos. "Para las casas y edificios más modestos, las paredes fueron construidas con piedras o ladrillos de arcilla secados al sol. Los ladrillos de Adobe se hacían mezclando tierra (arena, limo y arcilla) con agua y un material orgánico, como paja o estiércol, y se cortaban en pequeñas unidades para que se sequen rápidamente sin agrietarse. Los ladrillos de arcilla secados al sol eran unidos con barro". [1]
Con el desarrollo de las técnicas de corte de piedra, fue posible construir muros con bloques de tamaños similares y uniformes, dispuestos en hileras. Estas paredes fueron llamadas Opus quadratum. Esta técnica se usó alrededor del siglo VI a.C. y, progresivamente, fue mejorando la precisión y la exactitud en el corte de cada bloque. Incluso después de dominar otras tecnologías de construcción de muros, los romanos continuaron utilizando esta técnica, principalmente debido a su atractivo estético. En ella se usaban bloques de piedra caliza o toba volcánica, abundantes en Roma y sus alrededores.
Con el tiempo, los romanos descubrieron que al mezclar piedra caliza, agua y puzolana (cenizas volcánicas de la región alrededor de Nápoles), se obtenía un material extremadamente resistente cuando estaba seco. Es un antepasado de nuestro hormigón, conocido como concreto u hormigón romano. Los llamados Opus caementicium tenían entre 60 y 90 centímetros de ancho y se construían con moldes de madera rellenos con esta mezcla, formando una apariencia algo irregular.
Debido a la rusticidad de las superficies, surgieron otras formas de revestir las paredes, manteniendo el interior como el concreto romano. La forma más antigua de esta técnica fue el llamado Opus incertum, introducido a fines del siglo III a.C., que utilizaba pequeños bloques piramidales que se colocaban fuera de la pared y que daban como resultado una superficie que no tenía un patrón regular, de ahí su nombre. Inicialmente, consistía en una colocación más cuidadosa de la cementa (fragmentos de roca y pequeñas piedras mezcladas con concreto), haciendo que la superficie externa sea lo más plana posible. Más tarde, la superficie exterior se volvió aún más plana, reduciendo la cantidad de concreto y eligiendo piedras pequeñas y más regulares.
Opus reticulatum, o patrón reticulado, es su sucesor, el cual consistía en una red de pequeños bloques cuadrados cortados en forma de pirámides truncadas, con la base cuadrada, a menudo de tamaño muy preciso, asentada en líneas diagonales ordenadas en capas delgadas de mortero, en ángulos de 45 grados. El uso de este tipo de acabado comienza a fines del siglo II a.C. y siguió siendo muy común hasta que el Opus latericium, una forma diferente de mampostería, se hizo más común.
Los romanos desarrollaron técnicas de fabricación de ladrillos y se convirtieron en el principal material de construcción en el siglo I d.C., para las paredes de las casas, los baños romanos y los monumentos. Opus latericium (en latín, "ladrillo") es una forma de construcción en la que los ladrillos de estructura gruesa se utilizan para enfrentar un núcleo de Opus caementicium. Los ladrillos tenían formas rectangulares, triangulares e incluso redondas, y cada parte del imperio construía piezas con diferentes dimensiones.
Por otro lado, el Opus mixtum consistía en paredes híbridas, generalmente mezclando el Opus reticulatum con los ángulos y las terminaciones laterales del Opus latericium. "Al final de la República, la costumbre comenzó a reforzar el Opus Reticulatum, incuyendo bandas horizontales de ladrillos planos, que también funcionaban como filas niveladoras y dividían el retículado en paneles. Por lo tanto, "obra mixta" es el nombre convencional que se le ha dado al Opus caementicium recubierto con paneles o tiras de retículado y ladrillo. Este estilo estuvo particularmente extendido en los períodos de Flávio y Adriano". [2]
Con el paso del tiempo aparecieron una serie de variaciones de estos muros, incluyendo otras configuraciones y materiales, como la madera en paredes tipo Opus craticium, que es una técnica que combina el bahareque con estructuras compuestas por una estructura de madera rellena de mampostería. Aunque este artículo pretende ofrecer una visión general de las principales técnicas de construcción de muros en el imperio romano, estudiar e identificar estos métodos proporciona varias pistas sobre la historia de la antigua Roma y las diferentes etapas de la economía y las sociedad romanas.
Notas
[1] https://www.ancient.eu/article/942/roman-walls/
[2] http://www.larp.mae.usp.br/gloria/?title=P%C3%A1gina_principal